Gracias, maestro, amigo: requiescat in pace

Queridísimo Chema. ¡Quién me iba a decir que un día como hoy tendría que escribir tu obituario! Quién me lo iba a decir cuando compartíamos rivalidad profesional y amistad en los vestuarios de los estadios, cuando lo hacíamos en los entrenamientos del Atleti en el Calderón, cuando después de larguísimas jornadas de trabajo quedábamos en el Diario Pueblo, sede en su tiempo de Radiocadena Española, para compartir ilusión y juventud en los bares de la calle Huertas. También venían Pepe Puente, Juan Carlos Rivero, Chema Coto… ¿Te acuerdas? 
Compartir y amistad (dos palabras que se retroalimentan) son el verbo y el sustantivo que me vienen a la cabeza mientras mi pensamiento lucha por entender que tu presencia es ahora una ausencia. Qué bien utilizabas esos términos, maestro. Perteneciendo a empresas distintas, siendo plenamente consciente de que ibas a derramar hasta la última gota de sudor por defender a la tuya, yo sabía que siempre ibas a disputar la batalla en buena lid, que nunca ibas a engañar a un compañero que se había ausentado de una rueda de prensa para hacer un directo, que siempre le ibas a ofrecer el corte que necesitara si no le había funcionado la grabadora, que nunca le ibas a ocultar un número de teléfono a un colega agobiado. Jamás percibí en la cordialidad, en la mirada, que transmitía tu presencia que no vieras al que tenías enfrente, ya pudiera ser colega, futbolista, directivo o empleado, como un ser humano y no como objeto de trabajo. Eso marcaba tu diferencia. Y esa es la gran enseñanza que nos dejas a los que aquí seguimos. Es de hombres inteligentes saber que cualquiera de las facetas que hay en esta vida no deben estar limitadas a ser una única cosa, sino que deber ser desarrolladas, cuanto menos, desde el prisma de la dualidad. ¡Qué difícil era tenerte enfrente como periodista y qué maravilloso enfrente tenerte como compañero y amigo!
Te has ido ayer (aún rehúyo del fuiste), el día de tu santo, aunque para muchos de nosotros eras Chema y no José. Por mi parte, decirte, utilizando esas dos palabras, que fue un placer compartir PERIODISMO y AMISTAD contigo. Que esta profesión echará de menos a un grandísimo periodista como tú. Que te deseo una vida eterna plagada de felicidad.
Mi abrazo para tu hijo, Javier, tus padres, tus amigos y para todos los que tuvieron la fortuna de poder compartirte.
Chema Candela falleció ayer, 19 de marzo de 2020, a los 59 años de edad. Tras empezar en Radiocadena Española, casi toda su carrera profesional la acometió en Radio Nacional de España, con algunos escarceos en TVE. Era subdirector de Deportes de esa candena. Creo que sólo tenía un defectillo, ser del Atleti. Pecadillo venial que compartió con muchos, en este caso no conmigo, como el padre Daniel y tantos otros. Sus restos mortales descansan en el tanatorio de Pozuelo en espera de ser incinerados. Gracias, maestro, amigo: requiescat in pace. -Juan Manuel Merino

 

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